Lo que casi nadie sabe de los profesores

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Una de las paradojas del oficio de profesor es que todo el mundo cree conocerlo y muy pocos, fuera de quienes lo ejercemos, saben en qué consiste en realidad. Se nos envidia por nuestras vacaciones (innegables), por las pocas horas que trabajamos (en el centro; nadie sabe, ni le importa, ni se lo cree, qué hace un profesor antes y después de la clase), por lo que se supone que es un trabajo fácil y sin estrés.

Otra corriente de opinión, en cambio, insiste últimamente en tenernos mucha lástima por lo difícil que resulta lidiar con la juventud actual. Me encuentro con muchos antiguos alumnos que se escandalizan al ver lo descarriados que andan hoy en día los adolescentes, y los comparan con ellos mismos cuando tenían su edad: «En mi época, a santo de qué íbamos a…» ¡Ay, pardalines, si yo os contara lo que vosotros, hoy honradísimos padres de familia, me hicisteis padecer…!

Hace mucho tiempo que aprendí a no contradecir a nadie cuando opina sobre mi oficio. Todos fueron al colegio, todos tienen hijos o nietos en él. ¿Qué les voy a contar que ellos no sepan? La juventud de hoy es insoportable, pero nosotros tenemos muchas vacaciones. Pues ya está, dejémoslo así.

Y sin embargo, nunca he oído a nadie hablar sobre lo verdaderamente envidiable de esta profesión…

Hoy han vuelto los chicos al instituto, y con ellos ha llegado lo que no se ve: los sentimientos, que son, desde mi humilde punto de vista, la base sobre la que se construye la educación.

¡Ana!, ¿me das? ¡Yuju! ¡Ana! ¿No? Jooo…, ¿por qué? ¡Me dijiste que me darías este año! ¡Ana! ¿Eres mi tutora? ¡Guay! Esta profe es supermona, ya lo verás. ¡Ana!…

Hace unos años, una compañera que se jubilaba dijo que iba a echar de menos a los alumnos. Los alumnos, esa masa palpitante de afectos, no siempre buenos, pero siempre extraordinariamente intensos. Los que nos salvan cuando el resto de nuestra vida es un naufragio, los que nos hacen reír, sentirnos necesarios, útiles y queridos. También, claro, los que nos hacen sufrir mucho más de lo que se pueda creer.

Mi compañera dijo que echaría de menos a los alumnos. No a este o a aquel; no a los primeros, a los últimos, a los de ese año, no… A los alumnos.

Y eso, que es lo que convierte esta profesión en la más hermosa del mundo, es lo que solo un profesor puede entender.

7 comentarios en “Lo que casi nadie sabe de los profesores

  1. Cito parte de tu articulo.

    «Me encuentro con muchos antiguos alumnos que se escandalizan al ver lo descarriados que andan hoy en día los adolescentes, y los comparan con ellos mismos cuando tenían su edad: “En mi época, a santo de qué íbamos a…” ¡Ay, pardalines, si yo os contara lo que vosotros, hoy honradísimos padres de familia, me hicisteis padecer…!»

    Esta parte la veo errónea, mucho y con un tímido intento de estar por encima del resto. ¿Por que?, pues porque no realmente no tenemos que olvidar todos y cada uno de los que hoy en día somos «adultos» que hemos sido alumnos, pese a uno acabar de carnicero, publicista, músico, escritor, carpintero, etc. mas a un pese acabar siendo profesor. Y con nuestras virtudes y defectos como alumno «hemos» hecho padecer a un profesor. Tal vez no se ha puesto todo el contexto que se debería, pero hace comprender cierta hipocresía.

    Un saludo, de un ex-alumno no problematico en clase, pero con muy malas notas por déficit de atención y falta de motivación que hoy en día quiere volver a entrar a los estudios, con sus 23 años y muy decidido. Son épocas y pese a nuestra edad, el demonio no sabe mas ni por demonio ni por viejo, pues la sabiduría la da la aceptación y comprensión ante las dudas, problemas y acertijos de la vida. Incluso un jovenzuelo puede tomar mejor las riendas de una vida, que un viejo demonio, pues cada una es distinta de otra. Lo que si, es que todos hemos sido esa partícula que nos hace estar unidos entre si, pues también alumnos para llegar donde estamos, salvo que alguno de estos toman el relevo para continuar educando, vosotros, pero no hay distinciones entre el que coge un camino distinto o el que lo sigue.

    Y disculpa, pero tal vez me he tomado mucho esa parte del articulo en serio.

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  2. Vistos los destructivos, maleducados y nada argumentados comentarios de Alberto y Pepe, los cuales al menos el 50% son profesores, no intentes defender a la profesión entera (no tengo muy clara la absoluta diferencia entre oficio y profesión, que se pueden usar como sinónimos, pero tengo muy claro los ejemplos de tontos supinos sin nada que hacer salvo sacar su frustración atacando a otras personas; esperemos que al menos les sirva de terapia y no muerdan a nadie), porque como en todo cada uno es de su padre y de su madre. Bonito artículo, sencillo y humilde, por el cual te felicito, y al que solo puedo añadir, como profesor que también soy, que una de las cosas más reconfortantes del oficio 😉 es ver a antiguos alumnos o alumnas años después, y que te recuerden a tí, las anécdotas que vivísteis juntos y, sobre todo, lo que les enseñaste. Un saludo.

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    1. Gracias, amigo. Es muy agradable recibir comentarios de este tipo y te lo agradezco de corazón. De todos modos, no te preocupes: las críticas anteriores no me habían partido el corazón, en buena parte por lo mal escritas y argumentadas que están. Con eso se desacreditan ellos solos. Además, ni remotamente se me pasa por la cabeza defender a la profesión entera. En los treinta años que llevo de oficio (¡oficio, mecachis, lo he vuelto a decir!) he visto lo suficiente como para no poner la mano en el fuego por nadie. Yo solo hablo humildemente de mi experiencia y creo que he dejado claro que ni valoro, ni juzgo ni desmiento nada. Que cada palo aguante su vela, ¿no te parece? Un saludo y muchas gracias de nuevo.

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