Los profesores no se aburren los viernes

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Viernes por por la tarde. En teoría, estoy de finde desde que tocó el timbre a las 14.15. En la práctica, aquí ando, haciendo una pausa en las correcciones de los comentarios de 2′ de Bachiller y las redacciones de la ESO. Como todos los findes. Cuando el lunes reciban mis chicos sus trabajos corregidos, la mayoría no sabrá ni qué es lo que les estoy entregando, algunos protestarán porque he tardado en devolvérselos, y ninguno sospechará que son el resultado de mi tarde de viernes, esa que todo el mundo pensaba que tenía libre.

Hoy, en la clase en la que nadie tiene libro (ni lo piensa tener) hemos resuelto nuestro problema de una forma moderna y tecnológicamente avanzada. Harta de dictar o copiar en la pizarra, y sin esperanzas ya de que se hagan fotocopias, hemos resuelto (la idea me la ha dado uno de ellos) que hagan fotos con el móvil. Y oye, genial. Libros no tienen, pero móvil sí. Y no entro en valoraciones, ¿eh? Solo hago constar el hecho. Así que hemos pasado un ratito muy bueno mientras veinte móviles (los aparatos y ellos mismos) sacaban fotos de mi libro y de los otros dos que hay en clase.

Revisando deberes, una alumna que no los tenía hechos (ni los piensa tener) me ha dado la excusa definitiva: no puede hacer deberes ni venir a clase por las tardes porque ella se las pasa en la peluquería. No, no es el negocio familiar ni nada. Es la peluquería de su barrio. Y a ella le gusta estar allí. «¡No voy a estar todo el día en clase!», ha añadido. Nota mental: llamar urgentemente a su casa. Post-nota derivada de experiencias similares: es más que probable que sus padres lo sepan… Y les parezca bien.

Clase de los bonicos. Uno, con total seriedad: «Es que yo tengo mucha curiosidad con una cosa.» Dime, rey. «Los profesores de la Real Academia… «(pausa cargada de suspense) «…¿son los que les dan clase a las princesas de España?» ¡Auténtica genialidad!

Y esta es solo una pequeña muestra de las aventuras de hoy. Hay muchas más, pero tengo que volver a corregir.

No, los profesores no nos aburrimos los viernes. A santo de qué.

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